A muchos le daba miedo su forma de
mirar. La forma de encarar a la vida.
No era fácil mirar a esos ojos que
retaban al Sol y que buscaban el infinito en cada esquina por doblar. Tampoco
era fácil de comprender su forma de pensar, y las variables que
asimilaba su cabeza ante cada problema que se enfrentaba. Ni era
fácil llevarse bien con la barrera casi física que imponía entre la gente y
ella. No era fácil entender la fiereza con la que defendía su
independencia, ni su mal humor de por las mañanas.
Muchos aplicaban la definición de
dificil, otros ni si quiera intentaban acercarse. Pero
definitivamente, había decidido volver a usar esa vieja camiseta de
pijama y a volver a mirar por la ventana dejandose llevar por sus
pensamientos. Había decidido poner los pies en el suelo e intentarlo
una vez más. Había decidido jugarse el cuello, las cartas y la
piedra que tenía alojada en el pecho a modo de corazón.
Había decidido quemarse con el fuego y
sonreír esperando al amanecer, pero esta vez, con un compañero de
viaje cuya forma de mirar quemaba tanto como la suya. Suena curioso, no?
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