martes, 10 de mayo de 2011

Dawn.


Una ventanilla bajada, un coche en marcha y la brisa que llega con el buen tiempo. Un atardecer y unas gafas de sol. Una carretera que acaba en el horizonte, una canción que trae buenos recuerdos, y los pensamientos que aparecen cuando viajas solo.

La incertidumbre del qué pasará, el realismo ante las nubes del horizonte, pero las ganas de cerrar los ojos ante la perceptiva de dejar que el viento acaricie la mano que no lleva el volante, que el sol te reviva la piel y la sonrisa aparezca cuando menos te lo esperas.

Con el cambio de canción, un nuevo ritmo, una nueva dosis de locura. ¿Y qué más da? Según aumenta el cuentakilómetros y el sol baja en el horizonte, las telarañas del pensamiento se las va llevando la brisa que corre entre los bordes del camino.

Si miras por el retrovisor, te encontrarás una media sonrisa que quizá te sorprenda.

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