viernes, 8 de julio de 2011

Something borrowed, something blue.

Estaba sentada en el tejado que sobresalía bajo su ventana. Muchos si la vieran dirían que está loca.
De los auriculares salen unas notas discordantes que recuerdan vagamente a las mañanas de verano.
No es cierto que esté loca.

Tiene los ojos cerrados.
Las manos acarician el viento como si tocara una música muda y en su cara se atisba un intento de sonrisa, pero está rota.
Quizá se le ha olvidado sonreír después de tanto tiempo.
Ha abierto los ojos.

Me ha visto.
En sus ojos hay un brillo de melancolía, su cara se ha llenado de la luz de los recuerdos de los días pasados.

No está triste.
Le hablo, pero no puede oirme.
Sabe que aunque cierre los ojos, yo estaré esperando para volver a ver su luz.
Sus manos han parado y ahora reposan sobre las arodillas.
No está triste.

El sol se ha escondido.
Ya no mira al horizonte.
Sonríe.
Observa nacer una vez más las estrellas.

Ha cambiado de postura, ahora se abraza las rodillas como si temiera romperse.

Una lástima que ella no pueda tocarme.


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