miércoles, 20 de julio de 2011

Winter


Había empezado el invierno y ella, con el dedo apoyado en el cristal, desdibujaba figuras contra el vaho que se acumulaba por las esquinas. El pelo le caía por la espalda y la camiseta con un dibujo gastado susurraba a cada movimiento los recuerdos que en las noches se olvidaron.

Se había hecho el silencio una vez más, y perdidos entre recuerdos, cada uno miraba en su propio pozo de dolor. El humo de los cigarrillos ascendía en volutas que se perdían en las sombras de la lámpara de flecos amarillentos que presidía la habitación.

Dos copas de vino estaban en el suelo y junto a la botella, unas velas consumías sus últimos alientos y dejaban huellas indelebles en la madera.

- No le encuentro sentido. - Susurró ella. - Es tan improbable que en esta vida se pare el tiempo como que yo acabe con mis demonios. Ni si quiera tu puedes ayudarme, ya te lo dije en su día.

Se había girado y estaba apoyada en el alfeizar de la ventana, con los brazos cruzados y la mirada cabizbaja. Parecía indefensa, temblorosa como la mecha de las velas, suave como el tacto del terciopelo y libre como las nubes de Enero.

- Se podría decir que soy un amante de las causas perdidas. - contestó él. Sonriendole a las gotas de lluvia que caían contra la ventana.

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