martes, 6 de septiembre de 2011

Y a falta de palabras, me mordí la voz.




Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades. 
La primera es el sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta. 
La segunda puerta es el olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dich ode que "El tiempo todo lo cura" es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta. 
La tercera puerta es la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.
La ultima puerta es la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado. 

5 comentarios:

  1. Es un texto que leí en un libro y que publiqué en tuenti hace un montón, ya lo conocías..

    ResponderEliminar
  2. a parte de ti, la vida de andrea tiene mucho más
    y probablemente sea su dolor el que se identifica con este texto.
    lo siento si te molesta marina, pero hay ciertas cosas que no se toleran...
    (soy bea que no me deja firmar de otra mnera)

    ResponderEliminar
  3. Yo no estoy comparando mi vida con la de nadie (iba a pasar de contestar, porque hablar contigo a través de un ordenador es inútil Bea, aunque a veces pienso que a la cara no vendría mal).
    Yo no he interpretado esto como expresión de dolor, quizá mal y quizá sea inconscientemente debido a mi susceptibilidad.
    Lo que no tolero yo es a cuento de qué vienes tú ahora con esa actitud. Yo no estoy justificando la mía, pero no se puede negar que no sea comprensible. Qué sabrás tú qué siento o qué sentimos ambas, qué sabrás de nada cuando has estado ausente...

    En fin, hablar por aquí me parece harto estúpido. Y más estúpido me parece que hables sin saber. pero eso cada uno se lo debería mirar...

    ResponderEliminar
  4. Y claro que no pretendo acaparar su vida, nunca lo he pretendido. Pero hay cosas que duelen... y que quizá nunca se curen.

    ResponderEliminar