domingo, 27 de noviembre de 2011

TGV.



Creo - y solo creo - que a estas horas veo el teclado doble, y que con la cantidad de veces que le estoy dando al Delete, son más que suficientes como para irme a la cama, aún así, intentaré darle a Publicar en vez de a Guardar. 


Mientras iba en el coche, a esto de las 9pm, se me ha ocurrido el inicio genial de un texto que podría llegar a ser cojonudo si no fuera por todos los pelos y señales que habría que dar para que las historias llegaran a cuadrar. Pero imagináos. 



"Dos años después, y que ese grupo tan diferente, dispar y a la vez, igual, se vuelve a reunir entre la niebla, para recordar que, a pesar de ese tiempo, siguen siendo iguales. Cada uno diferente a su manera, pero igual en esencia. ¿Y por qué? Por que todo están rotos por dentro. Todos fueron, han sido y serán juguetes del presente, por que del pasado ya lo fueron, y del futuro solo lo serán si se dejan. Cada uno tiene sus cartas que jugar y, mientras fuman con la desidia de aquel que no tiene ya nada que perder, esperan a que la nueva baza de cartas que les de la vida les de al menos la oportunidad de jugar. 
Y todo esto, mientras las castañas se asan encima de unas brasas que amenazan con apagarse, y unas luces de navidad que a pesar de no estar encendidas, traen a la cabeza todas esas historias que no quieren recordar.
Y todo, mientras esperan a la impuntualidad que siempre los ha caracterizado." 


Y eso puede ser el comienzo de una historia en la que se desdibujan realidades y, ni los ángeles son tan buenos como los pintan, ni los diablos tienen toda la culpa. 
A pesar de todo, siguen disfrutando con brillo en los ojos de los chupitos que saben que en el fondo van a atraer a los fantasmas, y van a respirar el vaho de las horas intempestivas de la noche en las que nada más que las almas en pena van a estar paseando por unas calles en las que el rock, las chustas de los cigarros y el mal humor que precederá a los amaneceres va a estar despierto hasta que los periódicos sacudan al nuevo día con noticias que prometen cambiar el mundo y lo único que hacen es zarandear al presente con nuevos ríos de tinta que no llevarán a ninguna parte.


Y mientras la niebla serpentea por las calles y se tira a la yugular de las farolas, nunca sabremos qué más nos queda por perder, amén de el sentido común, la dignidad y la vergüenza, que creo que, por mucho que nos pese, hace mucho tiempo que se quedaron perdidos en el fondo del vaso de una bebida que creímos acabada y que nos perseguirá hasta que alguien ponga la razón sobre la mesa, y acabe con la partida.






"Mañana, que hoy estoy fatal, que a tí nadie te grita.
Que lo hago por que corre, tu sangre por mi tripa. Y yo, curo más, que todo lo que puedas respirar, vamos a frenar, confía brother sigue, mi compás, tu puedes todo, y más." 


Benditas canciones que de vez en cuando traen consigo - por obra y gracia del cosmos y más allá - la misión de ponerte los pies en el suelo.


"Amanecer charlando, con cara de locos."


¿Y qué más? 





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